Bien, ¿por dónde nos habíamos quedado? Ah, sí, que durante esos diez preciosos días de verano en el hospital me pusieron hasta el culo de cortisona. No paraban, cada día un poco más, hasta que me dejaron la piel como la de un bebe, ¡y es que la cortisona es una maravilla para el cutis! Al llegar al hospital alucinógeno de Aquisgrán estaba acojonadísimo porque me había olvidado el champú anti caspa. En un par de días, según mis estimaciones, el hospital estaría lleno de nieve. Pero esto nunca ocurrió. Los médicos se dieron cuenta y decidieron ponerme de cortisona hasta el culo para evitar la tragedia. Ni caspa, ni piel seca, ni culito irritado por el papel
de lija higiénico.
Pero por ahí no es por donde iba la historia. La cosa es que salí del hospital, con un papelito recomendándome un tratamiento durante dos meses con cierto medicamento, pentoxifilina.
El primer problema fue que con el papelito del hospital no podía conseguir la medicina en las farmacias. En España hubiera bastado: tendrías que haberlas pagado de mi bolsillo, pero me las habrían vendido al menos. En Alemania no: hay mucho más control en las farmacias y están orgullosos de ello. Tenía que ir primero al médico a que me la recetaran. No hubo problema. La primera caja (unos 15 días) conseguida.
El segundo problema llegó con la segunda caja. La otorrino iba a estar de vacaciones cuando se me acabará la caja, así que me pasé por la consulta un poco antes para que me la recetaran (ya les vale, podrían haberme recetado para dos meses y más fácil), y entonces me dijeron que no, que para la segunda receta debía ir uno o dos días antes de que se me acabase la caja. De lo contrario tendrían problemas con el seguro. Y como ellos estaban de vacaciones, tendría que pedir la receta a un médico general al que le tendría que explicar mi problema y tratamiento. ¿Mandelocualo? ¿Por una caja de unos quince euros?
En fin, que el sistema prusiano seguía vivo en la sanidad alemana. Es imposible conseguir una medicina con receta sin ella, y los médicos te van a poner pegas si eres de seguro obligatorio para darte la receta. Por otra parte no sabía si un médico cualquiera que no me conocía de nada me recetaría o no. Tras esto, y otras cosas que ya contaré, estoy seguro que los alemanes son "rule-based entities". Así que, por si las moscas, había que subvertir, o al menos sortear, el sistema médico alemán de sometimiento y disciplina. No sé, con todo lo que había pasado, la prolijalidad del sistema alemán era la gota que colmaba el vaso de mi paciencia. Era obvio lo que había que hacer: pedir por adelantado las medicinas a España (y que me las mandase mi familia por correo) para no quedarme sin la pentoxifilina en caso de que el médico general me las negase.
Por suerte todo fue bien, conseguí ración triple. Una caja de España, y el médico general, que sí parecía tener algo más de sentido común con el tema de la prescripción de medicamentos, me recetó una caja mayor que duraría un mes. Por supuesto todo ello previo pago de los diez euros por consulta necesarios si tienes el seguro obligatorio (en vez de privado, de igual manera que hay que pagar también unas tasas en caso de hospitalización, por ejemplo, debido a que los médicos se están quejando mucho de que los pacientes de seguro obligatorio no son rentables, pero en fin, ¿cuándo ha funcionado económicamente con holgura un sistema médico?).
La cosa, claro está, todavía podía complicarse más. Un mes después de salir del hospital me hicieron una revisión en Aachen, y como hubo una cierta mejoría con mi oído, me recomendaron seguir con el tratamiento por tres meses en vez de dos. Le pasé las pruebas a mi otorrino en la aldea del arce, y me dijo que no, que de más tratamiento nada de nada porque probablemente ya no iba a obtener ningún resultado. Obviamente comprendía su punto de vista: no existe evidencia estadística firme de que la pentoxifilina ayude contra la perdida de oído súbita, claro que el punto de vista del médico de Aachen también era muy razonable: if it works, don't touch it! En fin, como las pastillicas no me van a hacer ningún mal, mejor tomarlas por si acaso. Bueno, en realidad no sé si este era su punto de vista, tal vez creyese realmente que eran útiles. Ni idea, por que aquí nadie me ha explicado nada en condiciones.
En cualquier caso, dada la falta de confianza que me despertó mi otorrino tras lo de los problemas con el seguro, o no ofrecerme la más mínima solución para el acúfeno salvo acostumbrarme (no sé, al menos podía haberme preguntado cómo lo llebaba, me gusta notar algo de empatía cuando voy al médico), pues preferí hacer caso al de Aachen. Sólo me faltaba una caja más para completar el tratamiento: a pedirla a España, y todo solucionado.
Mientras, gracias a las posibilidades de autodiagnóstico mediante youtube, he descubierto que estoy empezando a recuperar algunos agudos, no mucho, pero algo. Como es de esperar, determinar la causa de mi mejoría es simplemente imposible.
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