Empecemos por algunas diferencias entre la asistencia médica en España y Alemania. En España en general los medios son algo peores, pero los médicos parecen hacerte caso y tratarte como un ser humano. En Alemania tienen maquinitas para hacerte pruebas a cascoporro, pero el médico lo único que te dice es lo que tienes que hacer, y tú obedeces. No le parece que sea su problema explicarte por qué ese tratamiento, ni qué creen que tienes, ni nada.
El día siguiente me encontraba algo mejor, lo que significa que podía estar de pié y no terminar vomitando a los pocos minutos. Eso sí, necesitaba de cierta ayuda para poder caminar, que Greibach me ofreció. En principio la consulta otorrinolaringológica en el hospital fue divertida, pero no me hicieron audiometría y confiaron en mi impresión subjetiva de que empezaba a escuchar. Lo cierto es que aún sin las maquinitas necesarias para hacer la audiometría, una simple prueba casera hubiera servido para comprobar que no oía prácticamente nada. Sólo se necesita el reproductor de mp3 y los cascos: tras ponerlo al máximo, lo único que podía escuchar era el martilleo producido por el ritmo de la música. Pero claro, con tanto jaleo eso lo hice al volver a casa.
También pude comprobar lo increíblemente confuso que es oír por un único oído. Basta un poco de ruido de fondo para que no se pueda escuchar una conversación. En la calle estaba completamente desorientado: no sabía de donde venían los coches, y aparte se añadía la mencionada incapacidad de distinguir cada sonido claramente lo que agravaba la sensación de no saber dónde estaba.
El segundo día tras el ataque la cosa empezó a ir mejor. Ya podía andar, aunque inseguro, y ahora sí comenzaba a escuchar algo. Pero claro, las vacaciones ya pasadas por agua. Y claro, me di cuenta de lo tremendamente ruidosa que es España, lo que se traducía en mi estado en mucha desorientación.
Y finalmente, cuatro días después del ataque, a montarme en el avión y volver. Eso sí, prestando mucha atención por el camino, por la desorientación. Y cuando ya por la noche llegué a casa noté algo nuevo: un ligero pitido en el oído izquierdo. Luego, según fui recuperando oído, el pitido aumentó.
Al día siguiente por la mañana fui al otorrino, le expliqué que ocurrió, y me hizo la audiometría. Un rato después vino preocupado a hablar conmigo: había perdido mucho oído, la recuperación tras cinco días había sido muy pequeña, y era necesario que hoy mismo fuera al Klinikum Aachen para que me ingresaran y me tratasen con medicación intravenosa. En fin, volví a casa, metí un par de mudas en la mochila, y partí para Aachen.
¶