La verdad es que uno se lo pasa aquí de miedo con las conversaciones de la hora de la comida. Entre las breves, las aventuras de un ruso para conseguir un visado a Reino Unido, como hay que pagar por adelantado, así como proporcionar su pasaporte, como luego no recibe noticias y la fecha de la conferencia se acerca, como visita la
embajada consulado y se niegan a atenderle, pero le dan un simpático teléfono de atención a visados que cuesta más que una línea porno, y como el teléfono, en el que responde una maravillosa máquina de respuesta automática, se limita a darle las instrucciones sobre como conseguir el visado. Al final le han dado el visado un día antes de que acabe la conferencia (los billetes de avión, a tragárselos).
Aparte de eso, hubo muchas más cosas interesantes en las comidas, pero mi memoria de pez me impide recordarlas. Como apunte desrelacionado (palabro papelera), pero relacionado con
esto, bueno, que hace un par de años comí pizza en Trento, y había todo tipo de pizzas raras, Herr Spock. Aunque supongo que el norte es distinto que el sur, sobre todo cuando uno ya está en el Tirol. De hecho fui a un restaurante en donde te ponían la típica comida que uno identificaría como alemana, sino fuera porque sabía a ciencia cierta que estaba en Italia. Y todo con mucha cerveza.
Y con lo de los pisos, no sé para qué pido consejo a los compis. Todos me hablan de la desastrosa experiencia del antiguo doctorando/postdoc X/Y/Z que tenía muchos problemas con su apartamento. Qué ánimos. Pero me da igual, ¡sobreviviré! (como Mónica Naranjo).
¶