Lo de vivir en Nordrhein-Westfallen me ha traido sorpresas con el tiempo. Aunque más que sorpresas, la palabra sería terror.
Hace unos diez días decidí quedarme en el trabajo un poco más tarde de lo normal, no por trabajar, sino para ver con tranquilidad uno de los episodios nuevos de Naruto en youtube. Unas horas antes, durante el parón de la comida, había visto que se acercaban unas nubes gigantescas, pero no le dí demasiada importancia. Luego empezaron los truenos. Tampoco le dí demasiada importancia, y cuando parecía que se calmaron un poco, cogí mi mochila, y ¡a caminar!
Cuando salí vi que la cosa era más seria de lo que me pareció en la comodidad de mi despacho. Podía ver los rayos-C atravesando el cielo, y unos segundos después, escucharlos (por cierto, atronadores, nunca mejor dicho). Ya si comencé a preocuparme. El camino por el que vuelvo a casa está rodeado por dos filas de árboles, una a cada lado, y los árboles tienen la molesta costumbre de atraer a los rayos. Me empecé a poner algo nervioso. También había que rodear el centro, lo que significaba andar durante unos veinte minutos alrededor de una valla metálica. Me puse un poco más nervioso, pero la guinda la puso notar como la tormenta se acercaba, y como los rayos caían cada vez más cerca: un intenso resplandor, y en un momento, un ruido ingente. En cuanto llegué al bosque me puse a correr, pensando que si disminuía mi tiempo de esposición, el peligro sería menor.
Y cuando salí del bosque, y llegué al caminito rodeado de árboles creo que ya comenzó el terror. El cielo estaba bastante negro, y los rayos resplandecían a no demasiada distancia. Qué mal rollo. Seguí corriendo, acelerando el paso. Los rayos caían y caían. Empezo a diluviar, en un momento, sin aviso, como estar debajo de la ducha. Seguí corriendo, sólo que con varios quilos extra debido a mis ropas mojadas y a mi mochila empapada. Y los rayos seguían cayendo. Era angustiante. Finalmente no pude más, y paré, y comencé a andar. Por suerte, tras tres cuartos de hora de terror, ya casi estaba en casa. Llegué, me desnudé, me di una ducha, y puse a secar la ropa.
La cosa es que viendo lo comunes que parecían ser estar tormentas de verano por acá, y lo poco que sabía sobre las costumbres de los rayos, decidí buscar en google sobre el tema. Sí, realmente a los rayos les gustan los árboles. Pero también les gusta las corrientes de aire. Y un objeto moviéndose, mucho más. ¡Nunca hay que correr durante una tormenta! Y mucho menos si estás empapado de arriba a abajo, supongo que porque tu conductividad con la tierra aumenta algo. Genial... Por otro lado lo de las dos hileras de árboles rodeando el caminito era una buena idea: sin esos árboles, uno estaría rodeado sólamente por extensos campos de trigo, y sería el punto más alto en varios quilometros cuadrados, lo que no resulta muy halagüeño. Al poner el los árboles, pasas de ser la singularidad en mitad de la nada, a caminar dentro de un extenso corte de rama (una "singularidad lineal", para los que no conozcáis el plano complejo) en mitad de los campos de trigo. Eso da cierta seguridad, disminuyendo los riesgos.
Así que nada, así ocurrieron las cosas. Una semana después volvió a pasar, y fue terrible. Pero me encontraba en la seguridad de mi despacho, con las ventanas bien cerradas. De todas maneras, si alguien de nuestros lectores tiene cierto conocimiento de los rayos, agradecería sus consejos. Uno tiene la cabeza tan llena de amplitudes, diagramas, grupos irreducibles, y mierdas similares, que ya no se acuerda apenas de que también existen cosas como la mecánica y la electrodinámica _clásicas_.
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