El cristianismo es una fuente poco conocida, pero a la vez inagotable, de inspiración pop, que no sólo consiste en imaginarnos al Emperador diciendo eso de "your feeble skills are no match to the power of the Vatican". Durante mucho, mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana un montón de gente pensaba que un interesante constructo de la mente humana llamado dios había creado el mundo, y que además, había dejado un mensaje a sus habitantes en forma de libro sagrado, algo a lo que llamaban "la verdad revelada". De hecho esto solía resultar bastante convincente en las sociedades precientíficas, especialmente porque opinar lo contrario podía llevarte a la hoguera, y bueno, ¿qué mejor razón que la salud para creer en algo?
El asunto es que hubo bastante gente, como por ejemplo los escolásticos, que se tomó bastante en serio la idea de la verdad revelada y usó dicha verdad como axiomas para derivar una serie de consecuencias de lo más curiosas, así como un montón de argumentos sobre la validez de dichos axiomas y demás. Una auténtica catedral del pensamiento más original y a la vez inútil, aun mayor que el asuntillo de las supercuerdas hoy día (sustituyamos dios por finitud, y más o menos como que es lo mismo). La verdad es que personalmente encuentro una especie de heroicidad admirable en todos los pensadores cristianos: me estremece observar como creían realmente en esa busqueda por comprender una inexistente e incognoscible naturaleza divina, esa honestidad intelectual, mezclada con la futilidad de todo lo que crearon. Es bello y trágico a la vez, y me encanta.
Al margen de lo que podamos pensar sobre la religión, el sadomasoquismo y la adicción a las drogas duras, si consideramos todo esto como una mera construcción a partir de una supuesta verdad revelada cuya validez no nos plantearemos en absoluto, lo cierto es que el pensamiento cristiano medieval (y también el pre- y post-) se convierte en algo bastante interesante y que habría que repetir partiendo de otras supuestas verdades reveladas. De hecho en papelera tenemos un gran candidato:
los mitos de Cthulhu.
El punto de partida es el siguiente: las obras de Lovecraft y unas pocas obras afines estarían inspiradas por una serie de deidades dementes e increiblemente poderosas, lo que haría de todos el conjunto de historias sobre Cthulhu, Nyarlathotep, Azathoth, Shub-Niggurath, y un larguísimo etcétera, la verdad revelada por los locos dioses que sólo aguardan la destrucción de este mundo y la esclavización de toda la raza humana. También habría otras obras inspiradas: igual que en el cristianismo a veces se considera que Virgilio habló en la Eneida de la lleguada de Cristo, podemos considerar que las obras de Kierkegaard anunciaban el mensaje, la mala nueva o disangelio, que nos traería Lovecraft a los mortales.
Desde luego la idea parece prometer, pero requiere mucho trabajo por hacer, como diversas demostraciones de la existencia de dioses estúpidos y demenentes que sólo desean destruir y devorar el universo, así como un montón de obras apologéticas, filosóficas y demás, en donde los fieles seguidores de Cthulhu, o de quienquiera que sigan, porque con tanta deidad necesitada de psicoterapia hay mucho donde elegir, defiendan sus ideas. Hay un poco de trabajo hecho en
la uncyclopedia, una de nuestras eternas fuentes de conocimiento, aunque se refiere tan sólo a una adaptación de la apuesta de Pascal al caso de
Cthulhu.
Por supuesto la cosa no se quedaría aquí. Luego podríamos actuar como en 1984 y cambiar el pasado. Podríamos reinterpretar todas las obras de Pascal cambiando a dios por adecuadas referencias a Cthulhu, y luego seguiríamos atrás en el tiempo para que Santo Tomás jamás hubiera escrito la Summa Theologica, sino la Summa Cthulhuogica, hasta con el tiempo llegar a San Agustín que en vez de Trinitate habría escrito de Nyarlathotepe.
Un montón de trabajo friki nos espera por delante, amigos, así que ¡empecemos!
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