No es ésta la primera vez que Becario-E nos cuenta sus
sexperiencias de diversa índole, normalmente muy dolorosas, ni tampoco será la última: la vida de Becario-E está llena de momentos de gran dramatismo que marcarían a fuego vuestras vidas si, claro está, antes se decidiese por escribirlas de manera regular en Papelera o en su diario secreto de la amistad y el amor.
En esta ocasión ha sido el carcinógeno tejido burrocrático de nuestro estado el que ha brindado una nueva sexperiencia a Becario-E: obtener el pasaporte. No es la primera vez que Becario-E se sacaba el pasaporte en la comisaría del Realejo, en Granada, sino la segunda. La primera vez la vida le sonrío y todo fue como la seda. Pero los tiempos cambian, y los viajes a estados unidos te obligan a cambiar tu pasaporte para adecuarte a las cambiantes exigencias de entrada en este país. Y nunca hay peor fecha para hacerlo que al final de Agosto.
En resumen, que Becario-E se plantó a las 9:40 en la comisaría el día 31 de Agosto dispuesto a obtener un nuevo y flamante pasaporte, y se puso en la cola. Preguntó sobre requisitos especiales de la cola, números, turnos, etc, pero no los había: a los doce primeros en venir se les dió número para el pasaporte, y el resto se supone que esperaban a la cola. Como de costumbre ponerse en la cola es siempre una incomodidad: todo el mundo que pasa se acerca a tí y te pregunta como solucionar su problema. Pero Becario-E aguantó estoicamente cerca de hora y media. En ese momento empezaron a correr rumores por la cola que ensombrecieron el alma de Becario-E: para el pasaporte no se iba a atender a nadie sin número y no se iban a proporcionar más números que los doce números primigenios. Pareciéndole esto un rumor sin ningún sentido, espero un poco más. Los rumores crecieron, se acrecentaron y la gente comenzó a quejarse. Finalmente se confirmaron: una representante o responsable de los funcionarios salió para decirnos que no se admitiría a tramite ninguna solicitud sin número, aduciéndose problemas con sus sistemas informáticos. Quizás hablemos ya de las 11:40 y no se habían tramitado ni 8 solicitudes. Se armó un gran revuelo, hubo muchas quejas, y al final nos tuvimos que largar... por desgracia no se les ocurrió a los afectados poner una queja cada uno. Hubiera sido muy gracioso.
Y nada, al día siguiente Becario-E se plantó a las 8:40 en la comisaría, algo tarde a causa de un interesante episodio de Ulises XXXI que vió hasta el final, y ya habían repartido muchos números. Pensaba Becario-E que sería el fin, pero entonces descubrió la actividad que le resultaría más dulce en mucho tiempo: ¡EL TRAPICHEO DE NÚMEROS! Una chica decidió irse de la cola, le dió su número, el nueve, a otro chico de al lado, el otro chico le dió su antiguo número, el diez, a Becario-E, y tras este gesto que papelera siempre agradecerá, siguió trapicheando hasta obtener el cinco. Magnífico. Pero el peligro acechaba. Una señora muy parecida a las del tipo que siempre se colaban delante de Becario-E en el super le preguntó que cómo había obtenido el número diez estando ella la primera y teniendo ella el catorce. Becario-E explicó vagamente que simplemente lo tenía; por desgracia su ocurrencia no fue suficientemente rápida para decirle que no estaría tan "la primera" cuando tenía el número catorce (Becario-E es muy malvadillo cuando quiere). Luego la eludió un poco, intentando huir del peligro, ya que se paseaba nerviosamente por el simpático patio de la comisaría defendiendo su terreno como un velocirraptor. Finalmente, en torno a las 11:00, consiguió tramitar la obtención del nuevo carnet.
Menuda aventura más dolorosa...
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