Hoy en papelera vamos a referirnos a una curiosa y peculiar figura del siglo pasado: Norbert Wiener. Nació en Columbia, Missouri, en 1894. Niño prodigio, se graduó en Matemáticas con 14 años y terminó el doctorado en Filosofía en la exigente Universidad de Harvard con tan sólo 18 años. Tras desempeñar diversos cargos, después de la guerra se colocó como profesor en el Massachusetts Institute of Technology donde se hizo muy famoso. Se puede decir que fue un genial matemático y una de las mentes más preclaras del siglo pasado.
Los estudiantes del Instituto de Massachusetts contaban y no terminaban. Una de las anécdotas que más repetía Wiener era la de perderse por los pasillos, a pesar de que llevaba años pasando por ellos. Así, en una ocasión un estudiante contó que se encontró al profesor por un pasillo y aprovechó para consultarle una duda sobre un problema complejo. Wiener se concentró tanto en la profusa explicación que le dio al alumno que cuando terminaron y tras despedirse el estudiante se quedó extrañado porque el profesor se quedó parado y parecía dudar.
El estudiante retrocedió y le dijo:
- ¿Le pasa a usted algo profesor?
- Sí -respondió Wiener-, ¿sería usted tan amable de decirme en qué dirección iba cuando nos encontramos?¿A la derecha o la izquierda?
- A la derecha- dijo el estudiante-
- Ah, entonces me iba a comer- respondió con cara de gran alivio Wiener.
Pero esto no es nada. Un buen día otro estudiante también iba por el pasillo cuando se topó de frente con el profesor, por lo que con una inclinación de cabeza le dijo:
- Buenas tardes, profesor Wiener.
Pero el estudiante se quedó sorprendido al ver que, tras decirle eso, el profesor, en lugar de responder a su saludo, se quedó parado y con cara de estar pensando, hasta que de repente dijo en voz alta el despistado profesor :
- ¡Claro!, justo, ¡eso es! Wiener.
Y es que el profesor había hasta olvidado su propio nombre.
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