La editorial Vergara publicó no hace mucho un libro de Marc Abrahams titulado "Los premios IG Nobel". Estos premios que se pronuncian en inglés "ignobel" es decir "innoble" son una especia de parodia que monta la Universidad de Harvard de los premios Nobel.
Esta universidad, en una solemne ceremonia repleta de buen humor, entrega sus premios a los científicos que han dedicado su tiempo a los estudios más raros, extraños y, por supuesto, poco prácticos. Por ejemplo, en los premios del año pasado se llevó el de medicina Steven Stack, de la Universidad de Wayne, Detroit, yJames Gundlach, de la Universidad de Alabama, por un estudio sobre la relación entre la música country y el suicidio.
El de salud pública a Jillian Clarke de la Chicago High School por estudiar científicamente si se puede comer o no la comida que a uno de vez en cuando se le cae al suelo.
Si uno rebusca entre los premios de años anteriores se pueden encontrar cosas realmente increíbles todas ellas reales y estudios e investigaciones que realmente se llevaron a cabo, como por ejemplo:
- A la Doctora Mara Sidoli, de Washington, por su "esclarecedor" y me temo que oloroso informe titulado "Las flatulencias como defensa contra los terrores innombrables".
- A Donatella Marazziti, Alessandra Rossi y Giovanni Cassano de la Universidad de Pisa, y Hagop S. Akiskal de la Universidad de California (San Diego), por su descubrimiento sobre que, bioquímicamente, el amor romántico es indistinguible de los trastornos obsesivo-compulsivos.
- A W. Brian Sweeney, Brian Krafte-Jacobs, Jeffrey W. Britton, y Wayne Hansen, por su estudio esclarecedor: "El soldado de guardia estreñido: prevalencia entre las tropas estadounidenses destinadas en el extranjero" y en especial por su "Análisis numérico de la frecuencia de los movimientos intestinales". Nota: fue publicado en la revista Military Medicine en su número de agosto de 1993.
- A Chris Niswander de Tucson, Arizona, por inventar PawSense, un programa que detecta si hay un gato andando sobre el teclado del ordenador.
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