Peter conducía por una estrecha carretera secundaria del condado de Västernorrland en Suecia. A pesar de que era principios de septiembre, en concreto el 3 de septiembre de 1967, hacía frío, eran las cinco menos cuarto de la madrugada pero había luz abundante, como era normal en aquella época. Le hubiera gustado no tener que conducir precisamente aquella noche, pero su trabajo era imprevisible. Era médico, con varios pueblos pequeños a su cargo y una urgencia era una urgencia. Peter miraba nervioso su reloj una y otra vez, intentando buscar alguna zona en la que poder aparcar un momento, hasta que cuando vio que marcaba exactamente las cinco menos diez dio la casualidad de que llegaba a un entorno más despejado, debido a que su izquierda había un camino muy ancho de entrada a una lejana granja.
Peter se paró tranquilamente en el camino y se dispuso a esperar mientras daba un vistazo a un libro, aunque, como estaba nervioso, no se podía concentrar en la lectura.
Cuando vio que las manecillas marcaban las cinco en punto puso el contacto en marcha y pasó su coche al lado derecho de la calzada, mientras seguía su camino conduciendo muy atento. Suecia, tras varios años de preparación y mucho dinero gastado, acababa de poner en vigor aquella, inolvidable para muchos suecos, madrugada del 3 de septiembre de 1967 el cambio de circulación de la izquierda a la derecha, como ya circulaban la mayoría de automóviles en Europa. A las cinco menos diez se paró la circulación del país, todos se pasaron al lado contrario y a las cinco todos reemprendieron la marcha.
La revista Selecciones del Readers Digest de febrero, que habla de este tema con todo detalle, cuenta que el cambio se hizo sin dificultades tras la laboriosa preparación de cuatro años y tras haber rechazado el pueblo sueco en 1955 en referéndum el cambio por mayoría (en proporción de cuatro a uno). Aun así, el Gobierno se salió con la suya. Lo curioso fue que, muy al contrario de lo que se pensaba, los accidentes de tráfico bajaron fuertemente, por la sencilla razón de que la gente insegura al ir en sentido contrario al habitual conducía con mucha más atención. A medida que se fueron acostumbrando, se volvieron a confiar y los accidentes volvieron a subir.
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