Pues sí, Dios todomisericordioso se ha vengado de mí por escribir
está historia herética, y supongo que también por haberle puesto al aserejé la letra del génesis. Bueno, por lo segundo no sé, creo que en vez de parodiar a Dios y Su mensaje lo único que hice fue servir a sus luminosos planes. No me digáis que en vez de "Aserejé ja dabé..." no queda mejor un "Bereshít baráh elohím...". Pero bueno, eso es otra historia.
El asunto es que el mismo día que escribí
la historia envío a uno de sus mensajeros (αγγελος en griego). En concreto me envió a su favorito, la rata con alas, más conocida como la paloma (יןנה en hebreo). Por qué el Espíritu Santo está representado por este animal inmundo no me lo preguntéis, pero las palomas son asquerosas, comen basura, transmiten todo tipo de enfermedades y parásitos y además les encanta excretar encima de nuestras casas y para colmo ponen huevos en el alféizar.
Pues nada, que cayó una paloma en mi patio y tenía las dos patas enredadas con unos hilos con lo cual no podía andar ni tampoco retomar el vuelo. Dios como de costumbre aprovechandose de mi principal debilidad, ser un pringao. Así que a pesar de la señal que se encendió en mi cerebro (
BIOHAZARD), mi maldita bondad pudo más, la recogí y liberé sus asquerosas patas de los hilos que la enredaban. Luego el bondadoso, luminoso y asqueroso mensajero del Señor se fue volando.
Ahora mismo por la ventana de mi cuarto las estoy viendo reunidas en un tejado, confabulando para acabar conmigo. La nueva plaga apocalíptica está ahí, en nuestra ciudades, esperando para enterrarnos bajo una montaña de excrementos.
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